La carrera de la tecnología en el mundo de la imagen es una que nunca deja de hacer sprint. Si nos fijamos en la última década, los formatos de los televisores han ido evolucionando a un ritmo imparable, centrándose no solo en la forma de estos aparatos, sino también en la nitidez y la calidad de la imagen que muestran por pantalla.
Hemos pasado del tradicional CRT, los televisores de tubo tradicionales, a las pantallas planas con panel LED. Un salto que no solo va por esos derroteros, sino que ha influenciado más que considerablemente en la resolución de la imagen. Si hace tan solo un lustro hablábamos del potencial de la alta definición, HD, y esa resolución 1080p que se convertía en un estándar, ahora podemos hablar de la resolución 8K.
La tecnología LED 8K es la próxima parada en el mundo de la televisión y el cine, incluso en el de los videojuegos. Este nuevo formato, que se presenta como el siguiente paso tras un 4K que ahora está empezando a estandarizarse, es algo que se antoja como futuro, pero que cada vez está más presente en los catálogos de tiendas especializadas y en las líneas de productos de los principales fabricantes.
Samsung es, sin duda alguna, la marca que más está impulsando este nuevo tipo de televisores. Con los paneles QLED por bandera, ya está comenzando a meter el pie en el campo de la resolución 8K, la evolución de la ultra alta definición, que establece una calidad de imagen con una resolución de 7680 x 4320 píxeles. Unos números enormes si comparamos con lo habitual actualmente, los 1920 x 1080 píxeles de la resolución HD.
Diferencias aparte, y con la presencia del 5K como punto intermedio entre el 4K y la resolución UHDV de los 8K, conviene poner un poco los pies en el suelo. ¿Es realmente esta nueva calidad de imagen el estándar que se va a imponer a corto plazo o estamos hablando de algo que necesita todavía varios años para asentarse?
Televisores LED 8K, ¿una solución actual o futura?
Aunque están comenzado a aparecer en los catálogos de las principales cadenas de tiendas del país, la realidad es que las TV LED 8K todavía necesitan cierto tiempo hasta establecerse en los hogares. Son una solución que se encuentra todavía demasiado a la vanguardia para acercarse al público de masas, que todavía incluso tiene que dar el salto a los 4K.
El principal hándicap de esta nueva tecnología es el enorme precio que tiene. Ojeando cualquier catálogo especializado o incluso generalista, los precios de partida para comprar una televisión con esta tecnología rondan los 2.000 euros por TV. Son cifras elevadísimas para un producto que, aunque suele tener mucho uso, todavía no podría aprovechar el punto fuerte de su resolución.
Y es que, para poder disfrutar de esa calidad de imagen, es necesario contar con contenido que esté grabado o construido con ella como base. Ahí entra en juego otro factor, que es la disponibilidad de material para sacar partido a una inversión de este calibre. Ni las plataformas de streaming, ni los dispositivos de almacenamiento, ni las conexiones a internet, ni siquiera las videoconsolas, que son las primeras que suelen adentrarse en estos campos, están preparados para ello.
¿Cuánto puede ocupar una película en formato 8K?
Si tomamos como referencia las cifras que manejan los Blu-ray 4K Ultra HD, podemos vaticinar el espacio que necesitarán las películas en formato UHDV u 8K. Por lo general, los filmes de entre 90 y 200 minutos ocupan entre los 50 y los 100 GB de tamaño en una resolución 4K.
Partiendo de ahí, y viendo cómo, en el caso de la resolución 1080p una película con una duración dentro de esa horquilla podría ocupar entre los 10 y los 25 GB, la progresión parece clara. Un largometraje en formato 8K podría alcanzar, fácilmente, entre los 200 y los 600 GB de espacio.
Viendo cómo en el mercado es habitual encontrar discos duros o dispositivos de almacenamiento de 1, 2 ó 3 TB, que vienen a ser aproximadamente unos 1000, 2000 ó 3000 GB, es evidente que todavía no están preparados para albergar largometrajes de ese calibre. En todo caso, pasando por métodos de compresión sí sería posible, pero entonces se entraría en una pérdida de calidad que desembocaría en la falta de aprovechamiento de la nueva tecnología de imagen.
No es el único inconveniente que hay actualmente para disfrutar de este tipo de televisores. Sus enormes dimensiones son necesarias para poder apreciar el nivel de detalle que pueden mostrar en sus pantallas, y eso es algo que requiere una mayor distancia entre el espectador y la TV para poder disfrutar de ello. Algo difícil, ya que exigiría contar con habitaciones más grandes, y eso es algo que choca frontalmente con la situación inmobiliaria de muchas familias.
En definitiva, la tecnología 8K y LED todavía necesita tiempo para asentarse. Es muy pronto para pensar en ella como el estándar, y más cuando todavía se está realizando la migración a los 4K.